POLISEMIA
El primer paso antes de comenzar a analizar el significado del término polisemia es que procedamos a descubrir dónde se encuentra el origen etimológico de aquel. Así, tenemos que saber que el mismo se halla en el griego, lo que supone que podamos apreciar que dicha palabra se compone de tres partes muy claras: el prefijo poli– que puede traducirse como “muchos”, el núcleo sema que equivale a “señal o significado” y el sufijo –ia que se define como “cualidad”.
Por tanto, partiendo de la traducción de cada uno de los componentes que forman este “triángulo”, queda claro que literalmente polisemia puede definirse como la cualidad que tiene un elemento que cuenta con más de un significado, con muchos.
Se conoce como polisemia a la variedad de acepciones que posee cada término que forma parte de nuestro vocabulario o que se le atribuyen a los signos lingüísticos. El concepto también hace referencia a la multiplicidad de significados que tiene una frase o expresión más allá de las particularidades de sus signos.
Cabe resaltar que la polisemia puede surgir por diversos motivos. Por un lado, el vocabulario figurado produce polisemia por medio de las metáforas y las metonimias. Por ejemplo: los brazos de un río, las patas de una mesa. La especialización y el lenguaje técnico también atribuyen un significado específico a ciertos términos (como en el caso del ratón en la informática).
Ejemplos de uso de las palabras con polisemia:
“Ayer comí una tarta de mango que estaba muy rica”
“Cuando fui a buscar el martillo, descubrí que el mango estaba roto”
“No tengo un mango” (frase que se utiliza en Argentina para hacer referencia a no tener dinero).
Además de lo expuesto hay que subrayar el hecho de que cuando hablamos de polisemia siempre se nos vienen a la mente otros dos fenómenos. Uno de ellos es el de la homonimia que tiene lugar cuando hay varias palabras que se pronuncian de la misma manera pero que tienen significados muy diferentes. Como ejemplo estaría el caso de “don” que puede referirse tanto a una cualidad o virtud que posee una persona como al tratamiento que se le da a un hombre concreto.
El segundo fenómeno es, por su parte, el de la sinonimia. En este caso, con él viene a determinarse al conjunto de palabras que se pronuncian de diversa manera pero que comparten el mismo significado. Este sería el caso, por ejemplo, de marido, esposo y cónyuge.
Para diferenciarlas:
Para empezar, una palabra polisémica es aquella que tiene varios significados, es decir, una palabra polisémica tiene un único significante o forma y diversos significados.
Por el contrario, las palabras homónimas son aquellas que en el pasado tuvieron diferente forma, diferente significado y diferente etimología. Sin embargo, por la evolución de la lengua, estas han terminado teniendo una forma idéntica o muy parecida.
¿Cómo podemos diferenciarlas? Para poder determinar si una palabra es polisémica u homónima debemos estudiar tres aspectos fundamentales: cómo se escribe, su categoría gramatical y su origen.
Las palabras polisémicas
En el caso de las palabras polisémicas, estas se escriben exactamente igual ya que tienen el mismo origen etimológico. Además, su categoría gramatical es la misma. Es por ello que aparecen en la misma entrada del diccionario.
Un ejemplo de polisemia es la palabra cabo, que tiene un total de 22 significados, según la Real Academia de la lengua Española (RAE). A pesar de sus diferentes usos, su origen etimológico es el mismo: procede de la palabra latina ‘caput’.
Las palabras homónimas
Por su parte, las palabras homónimas no siempre se escriben igual. A raíz de este hecho debemos dividirlas en dos categorías: palabras homógrafas –aquellas que se pronuncian y escriben de la misma manera- y palabras homófonas –aquellas que se pronuncian igual pero se escriben diferente-. Uno de los ejemplos más claros de homofonía lo podemos ver en las palabras vaca (“hembra del toro”) y baca (“soporte en el techo de un vehículo”).
Si nos dirigimos al diccionario de la RAE nos encontramos con que, además de escribirse diferente, su origen tampoco coincide: vaca procede de la palabra latina ‘vacca’ mientras que baca deriva del término francés ‘bâche’, que a su vez proviene del galo (‘bascanda’).
Pero ¿qué ocurre con las palabras homógrafas? Estas generan un mayor grado de dificultad entre los estudiantes de español ya que se escriben y pronuncian igual. A pesar de ello, al contrario de lo que ocurre en la polisemia, su categoría gramatical no siempre coincide y su origen es distinto. Por lo tanto, cada palabra tendrá una entrada diferente en el diccionario.
Para comprenderlo mejor estudiaremos varios ejemplos de palabras homónimas y homógrafas.
Las más fáciles de diferenciar son aquellas con categorías gramaticales diferentes, véase: vino (bebida alcohólica que se hace del zumo de las uvas exprimido y cocido naturalmente por la fermentación) y vino (pretérito perfecto simple del verbo venir).
No obstante, también nos podemos encontrar con palabras homónimas que, además de escribirse y pronunciarse igual, tienen la misma categoría gramatical. Este es el caso de las palabras pila (“montón o cúmulo que se hace poniendo una sobre otra las piezas o porciones de que consta algo”) y pila (“pieza grande de piedra o de otra materia, cóncava y profunda, donde cae o se echa el agua para varios usos). Si acudimos al diccionario veremos que su origen es distinto y que, por tanto, son diferentes palabras.
Ejemplos de palabras polisémicas
Chile: a. país ubicado en América del Sur. b. en algunos países se utiliza para hacer alusión al fruto picante denominado ají.
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