29 May
PERIODO 3. (SEMANA 17). PRIMER TEMA. PRIMER CORTE.  LA LEYENDA

LA LEYENDA


Qué es una leyenda?

Las leyendas son relatos que cuentan hechos humanos y sobrenaturales por igual, transmitidos a través de las generaciones. Esa transmisión se ha dado de manera oral y escrita dentro de un clan, pueblo o dentro de los confines de una región específica.

Las leyendas, a pesar de contener hechos sobrenaturales, milagrosos y criaturas ficticias, son consideradas por algunas personas como creíbles. Esta credibilidad se intenta conseguir dando a la leyenda un lugar conocido por la población y una posición remota en el tiempo.

Lo importante de esto es que de esa manera creaban escenarios creíbles y situaciones posibles que situaban al relato en un mundo que resultaba familiar para las personas que iban a transmitir el relato a las generaciones próximas.



Las leyendas relatan hechos sucedidos en un tiempo y lugar imprecisos, donde las acciones tienen un carácter tradicional y se mezclan sucesos relacionados con la patria, héroes populares, criaturas imaginarias, y ánimas. Con esta variada temática no es extraño que los relatos hayan mutado a medida que se transmitían de forma oral. Cada oyente que luego repite los relatos lo hace de manera propia con sus propios recursos narrativos, agregando o quitando secciones y profundizando descripciones.

Usualmente las leyendas están fuertemente relacionadas con la cultura popular tradicional de los pueblos. En estos relatos se podían rastrear los sentimientos más profundos de la comunidad, como por ejemplo sus deseos y temores.

Las leyendas son ricos recursos para el análisis de los pueblos, ya que en éstas los expertos pueden ver de qué manera el pueblo percibe al entorno, su religiosidad y su identidad.

El término leyenda proviene del latín legenda (“lo que debe ser leído”). En su origen, se refería a una narración puesta por escrito para ser leída en público dentro de los monasterios o las iglesias. Estos textos no tenían rigurosidad histórica, sino que buscaban resaltar la intención moral o lo espiritual.

La leyenda nace de la propensión del espíritu humano a explicar lo maravilloso, lo que no entiende, ante su asombro por los hechos naturales que desconoce. Por eso la leyenda, en su principio no es más que la historia de las primeras luchas del hombre, de su ignorancia y de su ansia por desentrañar ese misterio que le rodea y le apasiona.

Realidad, experiencia, saber, lucha por defenderse, consejos de unos hombres a otros para saber enfrentarse a la vida, todo ello es materia de la leyenda. Habitualmente, se trasmite de generación en generación, casi siempre de forma oral, y con frecuencia incorpora añadidos o modificaciones.



Los personajes de las leyendas son o fueron reales y sus acciones o conductas son posibles. La mayoría de ellos son héroes valientes, fuertes y hábiles, cuya vida se narra engrandeciendo sus hazañas. Suelen tener su origen en personajes históricos, como el rey Arturo, Guillermo Tell o Robin Hood, pero también puede tratarse de seres imaginarios (dragones, unicornios, duendes, sirenas, etc.).

Con el paso de los años, la palabra leyenda comenzó a referirse a una narración oral o escrita, que incluye elementos imaginativos pero que se presenta como verdadera o fundada en la realidad. Suele transmitirse de generación en generación, generalmente de forma oral y con modificaciones según la época y el contexto.

A diferencia de los cuentos, las leyendas se encuentran siempre ligadas a un elemento preciso (ya sea un personaje, un lugar o un objeto) y se centra en la integración de dicho elemento en la vida cotidiana o en la historia de la comunidad a la cual la leyenda pertenece.

La leyenda comparte con el mito la función de sustentar y explicar una determinada cultura. Con frecuencia, suele presentar criaturas cuya existencia no se encuentra probada (como las sirenas, por ejemplo).



Características de una leyenda

  • Tiempo y lugar. Éste suele ser mucho más preciso que en un cuento, ya que ocurre en un momento específico, aunque pasado, y suele estar ligado a una región determinada.
  • Ficción. También se presentan seres fantásticos, como hadas, ángeles y bestias, aunque también contienen seres que pueden denominarse «protagonistas».
  • Objetivo. Su principal meta es darle sentido a una sociedad o cultura, detallando sus orígenes y algunos rituales.

Clasificación de las leyendas

Las leyendas pueden tipificarse de acuerdo a su origen:

  • Leyendas locales. Es un relato autóctono, propio de una región o provincia.
  • Leyendas rurales. Se desarrollan en únicamente en los campos.
  • Leyendas urbanas. Historias que se conocen en la actualidad y tienen vigencia.


 LEYENDA DEL HOMBRE CAIMÁN 



LEYENDA DEL MOHAN


LEYENDA DEL SOMBRERÓN


LA LEYENDA DEL SILBÓN


LEYENDAS DE BOGOTÁ


TRABAJO EN CASA

Desarrolla en el cuaderno de lengua castellana cada una de las actividades que se relacionan a continuación.  Sube las evidencias del trabajo  a la plataforma Colpegasus. 

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Si no puedes descargar el pdf, se anexan en la parte inferior  las actividades a realizar. 

En caso de no ser posible subir las evidencias del trabajo a la plataforma, envíalas al correo rodriguezdago.docentelsb@gmail.com 

Solo se tendrán en cuenta los correos que se envíen debidamente marcados en asunto   con nombre completo, curso, título del trabajo y semana correspondiente. 




  (Semana 18)

LA MULA HERRADA:

Dicen los que escribieron de aquellos tiempos pasados, que en épocas coloniales se oía por las calles del centro de Bogotá, por el barrio Las Nieves y por la carrera séptima, un crujir de herraduras, metal contra pavimento, arañando la superficie de las calles en las noches santafereñas. Un hombre, Álvaro Sánchez, caballero de juego y parranda, tenía amaestrada a su mula para que, a media noche, saliera de la casa hasta la cantina para recogerlo (una especie de Uber a la antigua).

En una noche de parranda, el hombre borracho y dispuesto a ir a casa cogió camino en ancas de su mula, que le pronunció ruidos inteligibles que asemejaban palabras y no rebuznos de animal. Álvaro no prestó atención y siguió su rutina ludópata y bohemia hasta el día de su muerte. Poco después la fiel mula le siguió con destino al purgatorio, porque el hombre, como todos en aquella época, era devoto de la sagradísima Iglesia.

La gente desde entonces siguió oyendo por el camino de la mula, a elevadas horas de la noche, el sonido de la bestia rebuznando y arañando el pavimento, con un sonido proveniente de los mismos infiernos. Lo curioso del caso es que años después, en una casa vieja, encontraron una anciana pobre y jodida por la miseria, que en sus extremidades tenía incrustadas ―como con fuego de incinerador―, herraduras metálicas. Los santafereños entonces, y sin premeditarlo, dejaron de oír el clamor de la bestia por las noches.

EL ESPELUCO DE LAS AGUAS

En el sitio donde hoy día es la plaza de La Pola, existió en tiempos remotos una calleja tortuosa -limitada hacia el oriente por la accidentada loma y a otro extremo por el río que su corriente sinuo­sa arrastraba por las piedras entre tumbos y ca­briolas.

Junto a la limpia corriente, en la plazoleta oblon­ga, la capilla de Las Aguas lucía su espadaña ai­rosa, y dentro la Santa Virgen, de esos lugares patrona, recibía perennemente de devotos y devo­tas, plegarias, ofrecimientos, peticiones y limos­nas. Y todas las buenas gentes que allí llegaban
piadosas, juzgaban la santa imagen como la ex­presión simbólica de la celestial belleza de la perfección más honda. Para ellos nada más bello que la Divina Patrona.

En el extremo más bajo de la calleja tortuosa habla una alegre casita llena de flores y aromas, donde habitaba una joven extremadamente her­mosa. sus ojos como dos túneles, profundizaban la sombra; su tez de raso fingía duraznos de California; granizo y grana fundidos eran su incitan­te boca; la arterial presión subía al presentirse sus formas, pues su cuerpo era, el de Eva antes de comer la poma. Incontables atractivos adornaban su persona mas de todos los encantos de esa niña arrobadora, ninguno como el prodigio de su cabellera blonda, que, cual un Sol hecho hilos, le daba .la expresión de gloria. La cabellera en su rostro era cual una custodia enmarcando su semblante, que tenía blancor de hostia, como el “oro derretido de la bella pecadora” de que nos habla Valencia incomparable estrofa.

Los cabellos de la joven eran, al decir de crónicas, una octava maravilla de esas épocas remotas en que no se conocían, cual se conocen ahora, las aguas oxigenadas, las modernas rizadoras, las eléctricas maniobras, la ondulación permanente y tantas artes y cosas que hacen las cabelleras de nuestras lindas señoras caracotos de oro, hilvanamientos de gloria, riza­das colas de ardita y vellocinos de aurora. Los cabellos la joven fueron, sin duda, hora la admiración de los unos y la envidia de las otras...

La muchacha recibía parabién a todas horas por su gracia, su hermosura su cabellera blonda, y tenía de admiradores una renovada tropa; y a fuerza de oírse llamar en todo momento hermosa y de escuchar por doquiera elogios a su persona, se convirtió en intratable y atrozmente vanidosa y embebida ante el espejo solía pasarse las horas.

Un día de su cumpleaños, los parientes de la her­mosa resolvieron convidar a distinguidas personas para que, todos reunidos, tomaran “onces sabrosas. Acudió un selecto grupo de galanes y señoras que a la joven presentaron cumplidos y ceremonias.

Después de charlas amenas sobre ecos de la pa­rroquia, aventuras del virrey cuentos de novios y novias, críticas a las amigas y. otras incontables cosas, tomaron el chocolate espeso y lleno de aroma, con rebanadas de queso, bizcochuelo de las monjas, molletes azucarados, almojábanas de Bosa y tembladora natilla entre melado de Moras...

Alguno de los presentes, con admiración recón­dita, por costumbre inveterada hizo alusión a la blonda cabellera de la joven con palabras de lisonja. Entonces la señorita, Para que la oyera todas, henchida de vanidad, dijo mirado a las otras, mientras se alzaba el cabello con las dos manos marmóreas: No lo tiene más hermoso la Virgen de la parroquia….
Fue decir esto y un trueno repercutió con voz sorda, se oscureció el firmamento, se llenó la casa toda de olor a azufre quemado y la joven vanidosa vio trocarse sus cabellos en haces de serpientes hoscas que, cual surtidor viviente, se apretujaban hediondas…

De la cabeza brotaban víboras y “pudridoras”, “equis”, “tayas”, cascabeles, “toches”, corales y cobras, agresivas y movibles, trazando en el aire roscas... Y la muchacha, lanzando expresiones pavorosas, abandonada de todos, pues la gente escapó, inútilmente pedía a, gritos mi­sericordia.
Apareció .el Diablo, entonces, con largos cuernos y cola hábitos de dominico... y aprisionando a la hermosa se la llevó por los aires a la región de las sombras.

Un artista de ese tiempo pintó la escena diabólica en un cuadro que en la iglesia de Las Aguas miró toda la gente de la ciudad, tímida y supers­ticiosa. Y refieren que un inglés que estuvo a mi­rar la obra, al sacristán pidió datos: sobre esa tétrica historia que el hijo de Albión juzgaba de au­tenticidad dudosa.

Y cuentan que el sacristán dijo en frase salomónica: “Quizá se haya exagerado en lo del olor a pólvora, en el terror de la gente y en algunas otras cosas: pero juzgo verdadero lo del fraile pues me consta que en asuntos de mujeres, y más si ellas son hermosas, hasta los santos se vuelven diablos a cualquier hora.



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